OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

miércoles, 2 de abril de 2014

GRISELDA RIOTTINI (*), POETA INVITADA

Remedios Varo, Naturaleza muerta resucitando, 1963



 POETAS DE ROSARIO
 Selección de poemas de Giornal y Bestiario de las cañadas (Córdoba, Edit. Alción, 2014).

 














Giornal

De la casa

Intrusos

Cuando la casa quedaba en medio
del campo
los perros la rondaban
a la  espera de  sus presas:
palomas que se caían
del techo,
sobras que les tiraban
los hombres a la hora del fernet
(con  bellas plumas de gallinas
prefigurando la noche),
culebrillas insólitas.

Hoy el afuera
se ha alejado un tanto
pero más perros continúan
traspasando sus límites de alambre.
Sólo respetan
la tierra donde pueden
devorar  lo que encuentran:
bolsas de basura,
ratones y alacranes,
siempre palomas,
ningún resto.

‘nt la cusin-a*

IV
En la noche
cuando los cuartos de la casa
se funden con el afuera
irrumpe
un chirriar de grillos
a la espera de  arañas libadoras

Mientras,
yo enciendo la única  vela
y nada puedo
contra los  grillos,
sus instares,
mi molicie.
* En la cocina (lengua piamontesa)

V

Las muertas     
A Marosa Di Giorgio
Las muertas me rondan
cuando  la casa se pone  helada
y no son  los espíritus alegres de Marosa
más bien son tímidas:
en sibilantes pasos
se arrastran y no pueden reencarnarse
en el canto de los grillos.

Tristeza, porque hoy
nada más  son fantasmas  de las gotas
que bajan desde el techo
o del íntimo rozar de las  palomas.

Yo las sé, en torno, sin candelas
insistiendo por  volver :
se olvidaron la vajilla,
ropa blanca
sus recuerdos de la  última cosecha.

Pero tan sólo encuentran
mi soberbia de espantapájara
de muertas.

Y me les río y
les escribo en sus paredes
a sus gestos, sombras
oblicuas,
dilemas  de la  infinidad.
 
Es que a mí, por ahora,
me bastan las rosas nuevas
y unos tomates que nacieron  solos,

si bien me molesta este  frío
sempiterno de la  casa.

                                                          

Del Jardín

Poemas

I
¿Qué busco entre las rosas
cuando de  una en una su mirada  en la pendiente de otras flores
cae?

Quizá  la sensación de haber estado antes,
una minúscula interdicción
y el poseer de a poco
su vellocino rojo.
 
II
De este jardín sólo instigo
a un ondulado rasgo
por las rosas
de color morado,
por su deshacerse  ínfimas,
diminutas las hojas
indiferentes,
que a todos los instantes
-siempre  fugaces-
devinieran una velocidad particular
de la distancia.


VII
Una flor vino
a estallar de rojo en medio del jardín seco
de invierno.
Otras, mínimas, blancas y algo marchitas
se repiten como murallas en torno.
Nada más que viento
y voces
han pasado a
través del  espacio
de sus pétalos.


Del Bestiario de las cañadas

El Chancho de las cañadas *

A Emeterio Cerro
Desastrando cardos a la hora de
la siesta,
el chancho de las cañadas
revuelve entre los maizales.
Babosas le hurgan en
sus cadenas ante las
risas de blancas naifas
que se abrazan a pámpidas
y  turcos con olor a ginebra.
Luego, ellas, hembras de cabellera al gorgojo
y fosforescencias,
se duermen  al sol
y  su cohorte de moscas
va envolviendo al chancho en
las  sedas de sus verdes alas
para que no se mueva
y no haga ruido de cadenas.

A  la luz de los absolutos,
piel de abismo
en ánfora de cieno,
el cuerpo del chancho
estalla en  lisura plena.


* Chancho o chancha con cadenas: mito del centro de Argentina. Con sus cadenas  produce un ruido insoportable de escuchar.


Llorona *

Cruzaba siempre  a campo abierto
y se arrimaba a  los pueblos
cuando nadie la esperaba.
En los bolsillos, escondía 
con sangre de sus dedos
las púas de las quinas que 
llevaba en prevención
de sucesos molestos
(el chancho de las cañadas  y 
algún que otro indeseable
a veces la perseguían).

Salvo las ninfas ahítas de los cardales,
las gentes temían su plañir,
lo antiguo de los vestidos,
su indiferencia,
pero ella se estaba bien con su rumiar de   penas,
gorgoteo lento de la boca
hacia un roce más íntimo.

Su única falta,  sin embargo,
no haberse imaginado nunca
que todos la creyeran 
en conciliábulos híbridos
de  muerte. 

* Mito de origen prehispánico ampliamente difundido en toda Latinoamérica. En  México  se la asocia con la diosa azteca Cihuacóatl.



(*) Griselda Riottini (Rosario, Santa Fe, Argentina 1950). Profesora de Lengua y Literatura (UNR), Magister en Literatura Argentina (UNR). Ejerció la docencia en establecimientos secundarios por más de veinte años. Publicaciones anteriores en revistas y blogs. Traducciones de poesía del italiano y del francés.