OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

jueves, 27 de septiembre de 2012

FEDERICO RODRÍGUEZ (*), POETA INVITADO






















Geogia O´Keefe, Blue II, 1916 (Georgia O’Keeffe Museum, Santa Fe, New Mexico)


POETAS DE ROSARIO XXX   
  

Todos los poemas aquí publicados pertenecen al libro: Retrovisor / Espejo (La Pulga Renga, Rosario 2012)                                    


                                                 Señal


Los siete ojos de la noche me alejan. Quién sabe si el principio no comienza en mí.  Escuché lo que suspiran las estrellas, y  es mágico; una suave cadencia que tiene reflejo, no un desperdicio. Noche de una voz iluminada en el silencio.
Respiro en la tierra dormida, dónde mis huesos son mi sombra.
                                            Música del aire. 


  

Tal vez, podría nombrar la noche
en su luminosa nube de ausencia
o, quizás la tibia placidez de descansar
sobre un poema.

Tras el almendrado mar,
el suave aleteo de la letra
de la muerte
respira en un coral de espuma.
Podría nombrar la caída del color
en el denso desandar de la piel,
ese baile de bellas barcas.

O,
Tal vez
lo que enmudece mudando al silencio
en azulados gritos, abra en el
luminoso foso de mi edad
el eco de un dios que aún persiste,
un ajeno viaje en lo lejano.





Y los días crecen largos como fantasmas

de un barco hallado en la esquina,
es un  destello que desprende colores
en la quietud de una ciudad antigua

Algunas veces bebo de la sospecha
de haber perdido los ojos en la sombra de un árbol
Y a veces  tiemblo sin sonido,
y a veces respiro las tormentas, allí mismo donde se gestan.

La tortuga de tres cabezas camina por el borde sur de la ribera
y exhala al mundo

Y desaparezco en tu cuerpo y  me siembro en tu nombre.

Conozco el camino para escapar del polvo y anochezco siempre.

Afuera del tiempo, un hombre se encuentra
en el calmo paisaje de la música
y alivia su vuelo en la suave despedida de lo que fue
y cuando no halle a nadie, a nadie que calme este apetito,
la luna sobre los cables besará la oscuridad
y
estallaré en la pupila de la noche  




                                                                     a L.

Elevado desde el silencio
traspaso las muñecas secándose en las ventanas,
y cuando todo se derrita a través de la cicatriz de la tarde,
la puerta de la noche,
como un relámpago, descubrirá al imán
que vibra en mi corazón.

Nacimos en este hogar deslizándonos.

Desde afuera de mis hombros, 
el pasajero en tu mirada descubre
al río trasladando el secreto encanto
del rumor de un grillo revelando al universo.

 Nacimos en este hogar paseando

El espejo en que te disuelves abriga
la quietud de una rama encendida en la plenitud
de su viaje.

Al alba estallaré en mil átomos de luz silenciosa
y mis manos se envuelven en la sustancia de la espera
de una plena danza que nos atraviese.


 









Georgia O´Keefe, Series I, Nro IV, 1918 (Städtische Galerie im Lenbachhaus, Munich)




Cuando todo nazca, el desierto se abrirá
sobre tus párpados

Cuando todo nazca, sentiré la breve noche
en el pulsar de la suave brisa

Cuando todo nazca, el deseo estallará
sobre los márgenes de tu piel

Y así, el mundo seguirá bailando

Cuando todo nazca, la sombra de los cuatro vientos
suspirará lo que nadie dice

Cuando todo nazca, la luz se filtrará
a través de un agujerito por la ventana
y será suficiente

Cuando todo nazca, la batalla enterrada en la palma
de mi mano, tejerá la red dónde
la 
     cálida 
               caída
                        del cosmos descansará

Y así, el mundo seguirá bailando




 
Durmiendo al filo del mundo, la palabra ilumina ahí,
dónde el pulso del sol late
                                           en mi piel

La selva se hunde sobre el silencio de tus ojos,
Y voy cayendo
                        hacia el umbral del aire

y así, todo estallará,
                                restos del paraíso disueltos en la calle

En el sonido del universo, despierto




(*) Federico Rodríguez, Rosario, 1978.
“Comencé a leer en la primaria y hasta ahora no me detuve. Comencé a escribir en la adolescencia y a veces me detuve”.
Publicó: Perenne Imperfección (Edit. Serapis, Rosario, 2003),título que remite a un verso de César Vallejo que “robé sin disimulo”. Retrovisor / Espejo (La Pulga Renga –colectivo editorial-, Rosario, 2012).
Integra el colectivo editorial La Pulga Renga.