OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

domingo, 18 de septiembre de 2011

HORACIO LAITANO


Edward Hooper, Halcones de la noche (1942)

OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS (*)

Poema I

No estoy aquí.

Ya lo sabía.

Sospechaba de mí

desde hace un tiempo.

Un extraño temblor

me desvía la mirada

hacia puntos oscuros

y lejanos.

No sé aún

si es temor o desconfianza.

Pero apenas me observan

me incomodo.

Empiezo a repasar

cada una de mis cosas,

las prendas de vestir

y los muebles de la casa.


No consigo saber

si ya he salido

o si estoy por regresar

al mismo sitio.


Poema II


En este silencio

que almidona las palabras

edifico otro silencio

más severo.

Más duro y cerrado

que las piedras,

más viejo

que algunos pasatiempos.


Sumergido en el agua

de sus días

sólo alcanzo a nadar

cuando me duermo.


Fatigas


La bruma

de un sedoso pasatiempo

se disuelve entre fatigas.

Nadie puede pensar

modestamente

en armar su descanso

en otro sitio.

Esa vaga sensación

que filtraba nuestras voces

es ahora un oscuro sedimento.

Un recuerdo vidrioso

en cada noche

apretando

nuestros párpados cansados.


Paisaje


Alcanzaron

espinosos horizontes

que apretaban

en su mente.

Mentalizados

como tales

anduvieron después

por las orillas.

Ciudades capitales

y campos arrasados.

Troncos secos

pegados al camino

en medio de la niebla.

Pasajes que ocuparon

la mirada

Hasta entrar en el alma

del viajero.


Observador oculto


Oculto en la escalera

observa los escasos movimientos:

el hombre que sonríe de mañana

la mujer que agita su plumero

o aquél que entre vagas intenciones

se decide a saludarlo.

Las palabras tropiezan

y acarician sus oídos.

La radio del vecino

murmura sus ásperas noticias:

informes apretados por el miedo

oscuros pasatiempos que se olvidan

y una leve tendencia

a creer en lo increíble.


El cielo apagado del domingo

se escurre finalmente en su memoria.


La casa

Los recuerdos, esas sombras tan largas de nuestro breve cuerpo…

Vincenzo Cardarelli

La casa estaba en la esquina de los peces. Un lugar donde ellos se encontraban para poder reconocerse. El agua se enturbiaba con frecuencia debido a la presencia de otros seres. Pero ellos continuaban, pese a todo, llevados por su afán de subsistencia.

La casa no tenía ni puertas ni ventanas. Apenas un borroso contenido, similar a las casas de otros tiempos. Los peces entraban y salían, sin que nada consiguiera detenerlos. Las noches y los días tamizaban los recuerdos. Ese frágil sostén de la vida de otros seres que los peces rozaban suavemente.


(en “Los años anteriores”, Botella al Mar, Buenos Aires, 2009)


(*)Horacio Laitano (Pergamino, 1955). Reside en Buenos Aires. Publicó: “Pensado en otoño”, “Diálogos con la lluvia”, “Memorias de la noche”, “La mandrágora secreta”, Los apuntes del Sr. Quq”, “Humores familiares”. Participó en antologías de poesía y publicó en diarios y revistas literarias nacionales y extranjeras.