OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

domingo, 28 de agosto de 2011

PATRICIO RAFFO (*) POETA INVITADO


Mark Chagall, La fenêtre dans le ciel, 1957

POETAS DE ROSARIO XX

bebí de ella

en la sed de una siesta tibia


las cortinas tenían el suave vaivén de la imbatible memoria por venir

y su destello por mi boca nutría el instante


escuchábamos a eva cassidy lejanamente


después

nos sentamos desnudos en la galería que daba al parque

nos sentamos en los sillones de madera

envueltos en las mantas verdes

que habíamos comprado en días anteriores


bebí de ella

en la sed de una siesta tibia


su cuerpo era un filo

el silbido de la brisa entre los cipreses

un haz

el halo abriendo tajos y suturando a la vez


bebí de ella

la bebí

bebí su humus

el gesto sublime en el manjar flagrante de los sentidos


lejanamente escuchábamos a eva cassidy


sentados en los sillones de madera miramos el paso de la tarde

con el aroma de la lentitud de la luz en nosotros


de pronto ese útero de dios se perforó profundamente

comenzaron a caer las huellas los relojes los jadeos

los ojos en la ceguera sepulcral de los silencios

por ese hueco feroz cayeron una a una las caricias

los cuerpos abrazados

los perfumes en la invocación de las cópulas

y todo fue un abismo sin fin

jazmines muertos


solo se oyó

el rugido de las fieras esperando agazapadas en el medio de los jardines

el crujido de las ruinas en la carne

y el estruendo de una ostia agria

en lo que inexorablemente habría de caer


la calavera fatal de la hermosura

hincó los dientes hasta los huesos

en nosotros


en nosotros

en nosotros


en nosotros

que escuchábamos a eva Cassidy

lejanamente

mientras las peores hienas nuestras

se alimentaban hasta el hartazgo

despedazándonos

sin piedad




a cara

oscura y seca

la noche

machaca el quiebre

abruma

saca la daga

para que la sangre brote

una vez más

con las moscas rondando

y el dolor del filo que se extraña

el brillo de la hoja

dónde mirarse las vísceras

y las ausencias


lamer sus pasos

el humus exacto de la huella

hurgar en las horas del derroche

su curva

su caminar

la agudeza del haz:

corrompido

entre los cuerpos

abanicado de placer

beber su licor dulce

detrás de los cortinados

dónde nadie llega jamás


tan bella fue

inmersa en el fulgor:

el suavísimo aliento de su vaho

solo en el olor de su lucir

entre los manjares absolutos

mamando de la noche la lujuria

del hambre

la sed

en la saciedad

de los hambrientos

detrás de los cortinados

donde nadie llega jamás


no basta callar

no basta cortar el silencio en tiras

dejarlo caer como cayeron los breteles

las bragas de seda de la seducción

desde la mudez de los abismos

en los cuerpos anudados para siempre

en la memoria de una miel violenta

un fragor inacabable

la exacta gota de ácido

en el goteo de la voracidad del ojo

detrás de los cortinados

donde nadie llega jamás


para lubricar el instante

la palabra desmadra el sueño:

una calma lava

desamarra la incandescencia en el centro del desierto

esparce sombras:

resta amar el olvido

pulir los escombros del brillo

hincar los dientes en la nada

desde la inutilidad del desgarro del aire


resta amar el olvido

detrás de los cortinados

donde nadie llega jamás

resta amar el olvido



que nada le quede de mí

que nada le quede

que nada le quede de mí

que no le quede el brillo que supe brillar a su lado

que no le quede la sombra de mi pena

ni el último pétalo de pus en el sexo lastimado de los finales


que nada le quede

que no le quede ni el valor ni la cobardía que mostré

como una bestia torpe

temblando junto a su fantástico cuerpo


que no le quede nada de mí

que no le quede la huella del aroma

que no le quede el recuerdo de mis memorias

que no le queden esos viejos altares que arrastro

ni los rigurosos dioses míos de lo que siempre regresa


nada de nada

que nada le quede

que no le quede el halo

que no le quede ni la más mínima célula de la cópula violenta

en los terciopelos del ajar

que no le quede el sueño infinito que supo rondarme

que no le queden los lobos que merodearon nuestra cama

carcomiendo los restos de placer en los destetes del fuego


que nada le quede

que sea vacío el espacio que me nombre

que sea vacío mi nombre en su boca

que sea vacío mi vacío


que nada le quede

ni siquiera el último gesto construyendo ataúdes

en el medio de la muchedumbre


y


que nada me quede

que nada me quede de ella

que nada me quede

que no me quede su manada de furia

en la memoria voraz de los placeres


que no me quede su último aullido en el medio de la noche

que no me quede el borde de su boca

que no me quede su caminar y que no me queden sus pies

que no me quede su extraña estirpe

arrancada de la belleza

de los paraísos del fuego


en el degollar fatal

que nada me quede

a cada paso de batalla o de memoria

que nada me quede

nada debe quedarme de ella

que no me quede su mirada

que no me quede su haz

que no me quede

como una profunda herida para siempre

el hijo que no tuvimos.


VIENTO


UNO

De las batallas solo recuerdo el viento en la cara. La musculatura tensa en el cuerpo firme sobre el caballo de galope intenso. La espalda levemente inclinada hacia atrás. La mano izquierda sosteniendo las riendas con la viril delicadeza que se toma el cabello de la mujer amada en los tiempos del vértigo.

DOS

De las batallas solo recuerdo el viento en la cara. La bravura de los instantes reflejada en los cascos del animal. Los cascos arrancando terrones de tierra húmeda. Y en el medio de la bruma fría el olor del yuyo que ese animal deja flotando tras su paso fuerte, ese aroma profundo del verdor inolvidable. Los ojos bien abiertos, las fosas nasales henchidas, el pestañeo escaso, la mirada clavada en el horizonte cercano y en el infinito horizonte de los sueños.

TRES

De las batallas solo recuerdo el viento en la cara. El puño derecho cerrado firmemente en la libertad del sable. El blandir la hoja con la pasión de una brutalidad, ese magnífico vaivén que acaricia las muertes por venir. Y ver el incipiente sol reflejado en esa hoja mientras se aflojan las riendas iniciando una carrera inevitable. Sentir en las piernas el vientre de la bestia y su profunda vehemencia. Tener la certeza de que se está yendo violentamente hacia algo de lo que no se regresa jamás.

CUATRO

Tal vez la vida no sea más que esto, tal vez la vida sea ir hacia las muertes inexorablemente. Reconocer por sobre los hombros la silueta de lo que no habrá de retornar. Alzar en brazos los cadáveres con la sangre aún caliente. Alzar en brazos aquello que queda desparramado en el detrás. Alzar en brazos la pena, el dolor de la hendidura, la vista perdida en el vacío de lo que ya no existe.

CINCO

Guerrero furibundo con la espada feroz en los amaneceres repletos de bruma. Esto he sido y tal vez esto siga siendo para siempre. Y ese viento golpeándome suavemente el rostro. Ese viento frío. Ese viento filosísimo y feliz en el clarear de los campos de batalla. Ese viento que aún recuerdo como una caricia de los dioses que alimentaron las fuerzas en la dignidad de la crudeza.



(*) Patricio Raffo nació en 1959 en Rosario (Argentina), donde vive. Fue colaborador del diario La Capital y desde 1993 redacta contratapas del suplemento Rosario 12 del diario Página 12. Participó del Festival Internacional de Poesía de Rosario como poeta invitado y coordinador (Ed. 1993 y 1998). Fue parte del staff de la revista virtual Urbis tertium y miembro del grupo integrado músico–literario Urbis tango. Actuó en perfomances músico-literarias. En 1998 fue coordinador del ciclo literario Pensando en Rosario. Actuó en cortometrajes. En la actualidad es parte del proyecto “Río Revuelto, leyendas del Paraná”, miniserie para televisión dirigida por Claudio Perrin. Como realizador, integra actualmente el staff de filmación de los documentales “Fiestas Populares” y “Hip Hop” del Distrito Oeste de la Municipalidad de Rosario. Invitado al I Encuentro de Escritores de Babahoyo (Ecuador, 2011) presentado la ponencia “La influencia del erotismo en la literatura”.

Publicaciones: OTRO PASTO. Cinco poetas rosarinos (Poesía) Ed. Fundación Ross. Rosario, Argentina. 2007; DIOS HEMBRA (Poesía). Ed. Los lanzallamas. Rosario, Argentina. 2003; RESTOS INEXPLICABLES (Prosa y poesía, con collage de Mario Perone) Ed. Bajo la luna nueva. Rosario, Argentina. 2000 ; en antologías: CUENTOS SANTAFECINOS. Relato a cargo de Quique Pesoa. (Prosa / formato CD) Ed. Secretaría de Comunicación Social, Ministerio de Gobierno y Reforma del Estado, Ministerio de Innovación y Cultura del Gobierno de Santa Fe, Argentina. 2010; FIN ZONA URBANA (Poesía). Ed. Gatogrillé. Rosario, Argentina. 2010; 19 DE FONDO. Poéticas de la Construcción (Poesía). Ed. Gatogrillé. Rosario, Argentina. 2008; TEXTURAS Escritores en imagen. (Formato CD) Ed. Área Literaria de la Secretaría de Cultura y Educación de la Municipalidad de Rosario, Argentina. 2007, entre otras.

Contacto: sudeste42@hotmail.com