OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

domingo, 5 de junio de 2011

EL RÍO EN CATORCE CUENTOS, reseña en diario El Litoral, Santa Fe



"Un cauce con catorce barcas"

Por Patricia Severín

“El río en catorce cuentos”, cuentos de autores varios. Ediciones Fundación Ross, Rosario, 2011.

link:

http://www.ellitoral.com/index.php/diarios/2011/06/04/arteyletras/ARTE-02.html

Texto completo publicado el sábado 4 de junio de 2011:

Gloria Lenardón y Marta Ortiz reúnen en esta antología cuentos en donde el río aparece como figura principal o se abre como telón de fondo. El río se impone por presencia en la mayoría, y en otros, por omisión. Esta caudalosa antología nos muestra distintas voces casi todas de la provincia de Santa Fe-, en cuyos relatos, el agua suele ser una fuerza abrumadora, una bisagra hacia otra cosa, un giro y también un reconocimiento, a eso que permanece allí, desde siempre, cambiante y a la vez inmutable.

El río separa, une, y se desmadra cíclicamente; internarse en él puede significar quedar atrapado a sus orillas o dentro de laberintos interiores (Beatriz Actis: “La otra orilla”); sobre la barranca amanecida, el amor, la confusión y las drogas, llevan a la aventura y a juegos peligrosos (Fernando Callero: “Marcela”); en el río se trabaja y se lucha, entre conflictos laborales, secretos compartidos y barcas convertidas en símbolos (Sonia Catela: “Barco de boca abierta”); la contaminación, esa “sopa espesa de alquitranes/charca de veneno”, hunde la muerte y la culpa que no corren río abajo (Horacio Convertini: “El pus del diablo”); todo se lo traga el río, y lo oculta en la intimidad de su lecho, con voracidad y silencio (Delia Crochet: “Cuerpos”; Alicia Kozameh: “Carta a Aubervillies”); el río es el paraíso, ese paisaje prodigioso, dador inacabable, que hay que defender a cualquier precio para que la armonía siga reinando (Angélica Gorodischer: “Camino al sur”); la mujer y la discordia llegan desde el río y provocan la fractura entre hermanos (Alberto Lagunas: “Capricho sobre la partida del hermano más querido”); la miseria se amplifica como un ojo hambriento y cruel, cuando en sus orillas el agua desborda implacable (Carlos Roberto Morán: “El más vivo de todos”); hasta su costa llegan todo tipo de personajes e intereses (Marta Ortiz: “Muñecas”); el río es peligro, juego de infancia y promesa, aunque se haya transformado en un lugar inaccesible (María Rosa Pfeiffer: “Mi primo y la canoa”); la urbe se hunde a espaldas del río (Jorge Riestra: “Historia de la crisis”); hay que pagar consecuencias inesperadas por cruzar a la otra orilla (Pablo Crash Solomonoff: “Abadía for export”); la confusión y el desgano, al borde del agua, se llevan esperanzas, amoríos y palabras sueltas, que no logran armarse ni redimirse (Beatriz Vignoli: “Scrabel”).

El río se muestra en su polaridad, vida / muerte: cubre, expone, interpela, aleja, une. Es mudo testigo o traidor o partícipe de conflictos y dramas personales o colectivos. Los distintos brazos de un mismo delta, bifurcan, se juntan, se desplazan, desbaratan, caen y vuelven a rehacerse de variadas formas, en los distintos cuentos, para seguir su trayecto sofocado / embravecido.

No sé si fue buscado por las compiladoras, quizá sí, pues es significativo que el volumen abra y cierre, con el personaje de Juan L.Ortiz, el poeta del río, que sobrevuela con su aliento, con su presencia líquida, desde el inicio y el final, la extensión de todo el volumen.

El nivel escritural, de cada uno de los catorce textos, presenta maestría y estilo; cada voz, cada universo singular, de estas narradoras y narradores argentinos, nos ofrecen en sus prosas la tragedia cotidiana e implacable o los distintos rostros del miedo, la maldad y el desamor.

La impecable edición de Editorial Ross cuenta con un bello diseño de tapa de la rosarina Cecilia Lenardón.