OTRAS VOCES, OTROS ÁMBITOS

domingo, 16 de enero de 2011

Parque Las Heras, María Elena Walsh (y yo)








El sábado 8 de enero estuve en Buenos Aires alojada exactamente a media cuadra del parque Las Heras, ese espacio verde que frecuentaba María Elena Walsh y que yo tuve tan presente y quise conocer, a partir de la lectura de su libro “Fantasmas en el parque”, publicado en 2008. Provista de
mi cámara fotográfica y un paraguas, dado que amenazaba lluvia, me propuse caminarlo entero. Entré por la esquina de Coronel Díaz y Avda Las Heras; allí, tres chicas vestidas con largas túnicas griegas promocionaban un yogurt (cada transeúnte se llevaba una unidad para su degustación), El griego, producto reciente de una marca líder en el mercado. Por suerte, con esa primera y única demostración, se acabaron las estrategias marketineras cruzadas en mi camino esa mañana, no quería que nada interrumpiera la relación bucólica y literaria que yo había trabado con ese parque.

Me sedujo el silencio apenas interrumpido por el canto de los pájaros que entre árboles puede oírse, el silencio que se siente crecer en medio de la vorágine capitalina, me crucé con varios paseadores de perros y con caminantes y deportistas de toda laya tal como había leído en las páginas del libro. Busqué inútilmente algunos datos sobre la Penitenciaría, me indicaron la esquina donde un cartel ad-hoc me explicaría todo, pero se largó la lluvia y tuve que renunciar a mi objetivo, no sin antes y bajo el paraguas tomar las fotos que acompañan esta entrada.

Las nubes negras amenazaron desde temprano, era lógico y en cierto modo premonitorio, el cielo llovía al este y al oeste, al norte y al sur; llovía o lloraba, no flores de jacarandá sino agua de lágrima, anticipaba el quiebre que se produciría el 10 de enero, oscuro día (que paradójicamente fue de sol), de la partida de María Elena, visitante dilecta y habitué del parque Las Heras. Sitio que de ahora en más podrá recorrer, como era su costumbre, qué duda puede caber, pero ya libre de toda atadura y dolor terreno; volátil, leve, desde su nueva entidad de fantasma recién estrenado.

por Marta Ortiz

Dos citas textuales:

“El parque Las Heras, solárium poco festivo, ocupado por una muchedumbre que se borró el pasado y no percibe los fantasmas”.

“Este parque, mejor dicho plaza, un terraplén elevado con pocos, viejos y bellos árboles empeñados en sobrevivir, construcciones a la bartola, escuela, iglesia, etc, fue la Penitenciaría, enorme edificio ocre, sólido, destruido en una noche como por un sismo, caído en ruinas para borrar algunos oprobios y congojas, sin salvar un solo cascote como recuerdo. Y ya nadie sabe lo que fue, ni para qué, ni por qué lo arrasaron”.

(en Fantasmas en el parque, Alfaguara 2008)